Como lo inevitable siempre llega, ha llegado el momento de revisar una
película que Ud. mi querido Lector inocente puede ver junto a su familia. Y
siguiendo la temática de protagonistas mujeres, que en un principio eran locas,
hoy son protagonistas mujeres con algo especial. Y ya habiendo pasado por asesinas
enanas, ninfómanas, depresivas, aliens y robots, hoy nos toca la señorita que
no puede envejecer, película que comento como mi más reciente capricho
estilístico, les guste o no.
Título Original: The Age of Adeline
Año: 2015
Director: Lee Toland Krieger
Adaline Bowman nació el año nuevo de 1098 en San Francisco donde creció
como una mujer normal, se casó y tuvo una adorable hija llamada Flemming. A los 29 años, después de quedar viuda en un
trágico accidente en la construcción del puente de San Francisco, Adaline sufre
ella misma un accidente automovilístico que cambia su vida, ya que después de
ese momento pierde la capacidad de envejecer.
El año 2015 y después de pasar décadas cambiando de identidad y alejándose de la gente que ama o ha amado,
Adaline en la víspera de año nuevo conoce a Ellis quien, para bien o para mal,
hará que se crucen su presente y pasado, obligándola a tomar la decisión de
escapar y seguir viviendo para siempre en soledad o quedarse y enfrentar su
realidad.
De antemano y por la temática de la película, sé que esta review además de
leerla yo no la leerá nadie. Por lo mismo me daré el gusto de escribir sin
mucha profundidad y centrándome en aspectos fundamentales para mi, como la
ropa.
Siempre se ha dicho que uno de los más grandes anhelos de la humanidad es
la vida eterna, buscar la inmortalidad, y más específicamente en el tema de no
envejecer. La película presenta esta particularidad en la protagonista no como
algo mágico, sino como una reacción a nivel químico en el cuerpo de Adaline,
desencadenada por la electricidad mezclada con otros factores. Por lo tanto, no
hay nada fantástico ni sobrenatural, sin embargo, la historia sí se presenta
como un cuento en que el curso de los acontecimientos van siendo guiados por
una fuerza misteriosa y por un aura mágica que rodea a Adaline. Así, la
película transcurre mostrando las problemáticas que conllevaría el vivir para
siempre, como la soledad o la muerte de los seres queridos, con encuentros o
coincidencias que parecen no tener explicación.
Y este casi realismo mágico de la película es lo que la hace débil.
Primero, le falta profundidad. Vemos la vida de la protagonista hoy, con
pequeños guiños de lo que fue su vida desde los años 20, por lo que cuesta entender
sus motivaciones y sentimientos. En mi opinión, me habría gustado ver un poco
más como Adaline fue sobreviviendo década tras década y acumulando los temores
y experiencias que le impiden ser feliz. Sé que este miedo va por el hecho de no
tener el recordatorio constante en el cuerpo del paso del tiempo, pero esta falta
de arrugas o canas pudo mostrarse un poco más.
El segundo problema es el final. Es un final predecible. Pensé no
cuestionarlo mucho viendo la película como un cuento de hadas o algo así, pero
es inevitable no pensar que se podría haber cerrado la película con algo más
original o menos forzado. Hasta la hora y veinte minutos todo iba tan bien,
pero después las cosas parecen ponerse cursis, forzadas y fuera de esta
impronta tenue y calmada que se fue proyectando.
Después del comentario profundo viene lo bueno. No puedo dejar de expresar
que tengo un crush en Blake Lively
desde que ví Gossip Girl. Y en esta película se ve perfecta. Perfecta en todas
las épocas, y de verdad, aunque la amo, nunca pensé que pudiera actuar tan
bien. También actúa Harrison Ford, y su personaje es perfecto igualmente, ya
sea joven o viejo. La ambientación y vestuario de la película también son impecables.
Estuve toda la película en un profundo estado de contemplación estética, o algo
así, con cada abrigo, vestido o peinado, así que si Ud. Lector fashionista es
como yo y se muere por estas tonteras, será muy feliz.
Pero mirando más allá de los abrigos Gucci, podemos ver, sobre todo en esta
película, la importancia del vestuario. Este tema es algo que no se toma mucha
en cuenta al reseñar películas pero que sí es relevante. Se trata de que los personajes
no se vean como vagabundos, pero tampoco que se caiga en el overdressing. Las películas debieran
reflejar un equilibrio en que la ropa no se imponga y nuble la historia (como
en El Gran Gatsby) y que refleje la psicología de los personajes. En “La edad
de Adaline” el vestuario es sutil y utilitarista en el sentido de representar
cada época, pero también para recordarnos que aunque la protagonista use un
IPhone y un trench siempre llevará
algo que refleja que es de otra época.
Para terminar, como siempre viene la recomendación. Si bien la película es
larga (casi dos horas) no es lenta y es bastante entretenida. Tampoco hay
exceso de amor o cosas melosas, pero sí se siente un poco la tristeza de una
vida muy larga y solitaria. Como dije al principio es una película fácil de
ver, casi familiar, pero sin ser sosa ni una comedia romántica insufrible. Sé
que muchos podrían caer en el “yo no veo películas románticas” pero si su
cabeza procesó las más recientes películas de acción, créame que esta no tiene
nada malo ni nada que no pueda aguantar.
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